Desde hace algunas décadas, los generadores de arquitectura, creadores de ella y creados, alimentados de sus infinitas variables resultantes, y siempre estudiosos y defensores del compendio básico que la define, Arte-Técnica-Ciencia, han ido recuperando su esencia, y potenciando su necesariamente inseparable dualidad –El Fondo y La Forma-.
Gracias a estos inquietos, comprometidos con la academia y lo empírico, podemos volver a disfrutar de la creatividad sin dejar de lado funcionalidad, empezando afortunadamente a compartir estas obras con lo que ya era exceso de simple funcionalismo o excesiva plástica sin alma.
En estos tiempos, en que el exceso de propuestas reiterativas nos desbordaba, resurgen tendencias renovadoras; se defiende la función, la necesidad espacial, la interrelación de sus piezas (físicas y sensoriales), fundamentada en la suma íntegra de sus partes, buscando la coherencia lógica con su entorno, hasta lograr la ansiada “solución idónea”.
Una de estas soluciones, aclara el panorama, y hace de lo complejo algo simple, acorde a nuestra era pero sin olvidar los fundamentos que nos han dejado la historia y sus creadores, se le denomina “la quinta fachada”.
La quinta fachada, es la pieza del rompecabezas que lo inicia y lo termina, es la coronación de la edificación y su porqué. Se le otorga la importancia a la cubierta que esencialmente siempre ha tenido, y se responde claramente al inicio primo de la arquitectura para el hombre, la necesidad ancestral de guarecerse de las inclemencias climáticas.
Ayudados por la evolución constructiva se solucionan fachadas ventiladas con cubiertas que dejan pasar el agua, y cámaras de aire como colchón térmico. Gracias a los actuales sistemas de revestimiento, se han podido resolver cubiertas más fácilmente, mejorando las expectativas de la propia cubierta, gracias a su protección solar y ventilación de los materiales inferiores de las mismas.
Exponen y crecen con ella, arquitectos pioneros como Antoní Gaudí con su parque Güell, que rompía tabúes sobre los usos de la cubiertas, retomada esa esencia en proyectos como el Museo de Historia de La Vendée en Lucs-sur-Boulogne (Francia), proyectado por Plan01, con una cubierta vegetal inclinada que vincula al edificio con su entorno natural; también la cubierta plana concebida como campo de juegos de la Escuela Infantil Fuji en Tokio, de Tezuka Architects le devuelve a la cubierta su importancia; sin ir muy lejos, desde los proyectos como los recintos vitivinícolas de Protos en Peñafiel en Valladolid, viajando hasta la arquitectura bioclimática tropical de Bruno Stagno en Centro América, se engruesa una gran lista de proyectistas que insolubles en el masivo líquido pastoso de la “noarquitectura”, siguen sus obras a flote defendiendo los principios básicos de la arquitectura, sus partes y sus funciones, pero sobre todo sus razones…
…es “La quinta fachada”.
Héctor Hernández Sánchez
Arquitectura – INDAFER