Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y casi todo el mundo está de acuerdo con esta afirmación. Por eso en esta ocasión, no voy a insistir en la normativa respecto al doblaje de cubiertas de fibrocemento con amianto, ni en el riesgo bien conocido que implica la manipulación de materiales con amianto (MCA’s) y las enfermedades que provoca, ni siquiera en el sentido estricto de aplicación de la legislación vigente para trabajos con amianto, que es de obligado cumplimiento.
Esta vez, sencillamente voy a tratar de exponer visualmente algunas razones para NO doblar una cubierta de fibrocemento con amianto, todas ellas basadas en casos de cubiertas dobladas, y que a medio plazo han supuesto más inconvenientes que ventajas, obligando al propietario a realizar nuevas intervenciones, o incluso la sustitución de toda la cubierta con el consiguiente desembolso económico:
– La sección del nuevo canalón generalmente queda muy reducida dificultando un mantenimiento adecuado y aumentando el riesgo de desbordamiento y filtraciones.
– Precisamente un mantenimiento deficiente (por lo dificultoso del mismo), provoca acumulación de suciedad e incluso vegetación, lo que hace que el agua quede embalsada y rebose por los laterales del mismo. Este efecto puede causar la corrosión y consiguiente pudrición del canalón inferior.
– La situación anterior, provoca a su vez que los sumideros de conexión a las bajantes se encuentren totalmente obturados por restos de suciedad. De esta manera las bajantes generalmente acaban también con filtraciones y signos de rebosamiento.
– El doblaje implica añadir una sobrecarga a la estructura inicial que soporta la cubierta, y que lógicamente no fue diseñada para ello. Si en el momento del doblaje, el estado de la cubierta de fibrocemento no era precisamente el mejor (seguramente ya habrá sido parcheada en diversas ocasiones), al añadir peso la fragilidad de las placas aumentará, y esto afectará sin duda a la segunda cobertura, provocando grietas y fisuras en los encuentros, dando también lugar a posibles filtraciones.
Si a todo lo anterior le añadimos que el fibrocemento con amianto sigue estando de una manera u otra sobre nuestras cabezas, cada vez que surja un problema en la cubierta doblada, por desgracia nos acordaremos del momento en el que tuvimos la ocasión de haber optado por una “NUEVA CUBIERTA” y no lo hicimos. Es como si cuando nos hacemos una herida en la piel, nos colocamos una gasa sin limpiarla previamente. Al final, tarde o temprano, la herida se infecta y hay que empezar a curarla de nuevo.
Mario Jerez Martínez
INDAFER