Ya estaba finalizando el pasado milenio cuando empecé en esto de tratar de proyectar, edificar, inspeccionar y dirigir obras de construcción acorde a las necesidades planteadas, ajustándonos siempre a la normativa que en su momento y emplazamiento nos regulaba, pero sobre todo tratando siempre de utilizar la coherencia en todos los ámbitos en los que ejecutáramos nuestra labor, coherencia siempre relativa a la cultura en la que se cobija nuestra obra, las necesidades del encargo, y el usuario meta propiamente.
En estos años de estar “en campo” he visto desde las condiciones laborales más precarias e inseguras que cualquier obrero del mundo desarrollado occidental no creería posible y menos aceptaría; trabajos en altura sin protecciones individuales, mucho menos colectivas, realización de labores siempre jugándose la vida, caminando por tablones de “1 pie” de madera utilizados anteriormente una y otra vez como encofrados y reciclados como temerosas pasarelas entre vigas a más de 6 metros de altura para cruzar “al otro lado”, sin ningún tipo de anclaje del propio obrero a elemento firme y mucho menos de esta “pasarela”.
También, y afortunadamente, he estado rodeado de profesionales responsables, que anteponen siempre la seguridad del trabajador y las buenas condiciones laborales, a los rendimientos de las obras o proyectos, yendo en contra de lo que pareciera hasta aceptable en nuestro sector de construcción, el “business are business” (negocios son negocios), queriendo significar que en los negocios vale todo, y que la meta económica casi siempre, si no siempre, hay que lograrla a como dé lugar, renunciando a la legalidad y hartas veces incluso a la ética y a la moral, sucediendo esto más veces de las que la mayoría deseamos.
La Mala Praxis, puede ser consecuencia de una mala formación, resultar de la desidia ante el aprendizaje, el descuido, la falta de conocimiento o hasta en la volatilidad de los valores humanos (éticos y/o morales)
He sido testigo de buenas y de malas prácticas, en trabajos de diversas naturalezas, desde la rudimentaria manera de fabricar hormigón en obra con controles de dosificación de materiales para lograr la resistencia requerida y su respectivo control de laboratorio hasta la misma rudimentaria manera de fabricar el “mismo” hormigón pero en este caso dosificando al gusto, con materiales contaminados y con la ausencia total de control de laboratorio, obteniendo algo sólo parecido por fuera a lo que se necesita. Demostrando que con los mismos recursos, aunque escasos, también se pueden hacer las cosas bien.
No dejo de asombrarme, ya que todos los días en obra se siguen viendo “fallos”, que en la etapa académica se nos comentaba como si fueran leyendas de lo que “casi nunca se ve en construcción”, pero debo decir que son mucho más reales de lo podríamos imaginar.
Hace unos meses construyendo una cubierta de teja, un encargado de obra, denominados en otros lares “Maestros de Obra” por su amplio conocimiento de los procesos constructivos, me repitió algo que ya había escuchado en el pasado en alguna obra que terminó siendo derrumbada para construirla de nuevo, la frase de “peores las he visto”, o más grave, “peores las he hecho”, y me recordó la imagen del reciente desafortunado suceso en nuestra vecina ciudad de Lorca, del cual sin tener que ahondar mucho, podemos denotar la ineficiencia en el sistema estructural, ya sea problema de falta de diseño o malas prácticas en el proceso de su construcción al ver caer desplomarse edificios enteros de reciente construcción.
¿Cuántos viviremos en edificaciones similares?, que si se ven expuestas a movimientos telúricos probablemente sucedería lo que a Lorca le ha pasado.
¿Cuál será el estado de las edificaciones del resto de ciudades de España y del mundo?
A los que estamos involucrados en algún proceso de construcción, a veces se nos olvida que lo que hacemos puede poner en riesgo vidas, incluyendo la nuestra propia.
Somos todos los que trabajamos en esto los responsables de velar por que las prácticas sean las idóneas, cumplan no sólo con las normas vigentes, sino que además, si las normas no son lo suficientemente claras o tienen lagunas debemos siempre hacer el ejercicio de análisis y diseño, y asegurarnos que lo que estamos haciendo está bien hecho, y eliminemos de una vez por todas la Mala Praxis.
Ya la ignorancia no es escusa, esta enfermedad se remedia formándose.
Héctor Hernández Sánchez
Arquitectura – INDAFER